miércoles, 25 de mayo de 2011

New York en un día. ¿Qué importa que esté largo?

Últimamente he estado pensando qué escribir. Alguien por ahí me dijo: "pues empieza por que no tienes nada qué escribir y ahí te empiezan a salir cosas". Me pareció comiquísimo, porque yo no escribo porque sí. Por lo mismo, escribiré sobre una experiencia que a pocos he relatado llena de furor -incluso recreo caras, gestos y emociones- sobre lo que ha podido ser uno de los mejores viajes de mi vida.

Ummm, pero creo que haré un "break", tengo hambre y quiero desayunar. Soy una persona que come mucho y cuando tengo hambre no puedo pensar correctamente. Eso no quiere decir que tenga algo de hombre -de macho- en mí, pues yo sí puedo hacer más de dos cosas al mismo tiempo.

Lo logré, nada mejor que un desayuno rápido.

Bueno, este viaje empieza con el fin de otro. Estaba yo llegando de un vuelo de Sydeney -porque estuve dos meses en Australia- a Los Ángeles y efectivamente me dieron la hoja de inmigrante. No la llené porque... porque bueno, hubo una confusión en mi memoria descuadrada por el horario - sentía que había retrocedido en el tiempo. Mientras hacía la fila para la amable charla con los "customers" de Estados Unidos en donde te hacen varias preguntas detallaba mi reloj: estaba con el tiempo exacto para coger mi vuelo a Bogotá. Me dieron el paso hacia una "costumer" de descendencia oriental, como si no me hubiera bastado todos los que vi en Australia. No sé si por su carácter, su personalidad, o por dárselas de superior -quizás pensó que era de raza superior, tuve la fortuna de ser tratada grotescamente. El caso es que me ocupó como 20 minutos, más tiempo de lo normal. Me advirtió, entonces, que mi tipo de visa no era el adecuado y que no me negaba la entrada porque yo no me iba a quedar en EE.UU., y que, por ende, me había puesto una anotación en el sistema que decía que tenía que cambiar mi tipo de visa o NO podía volver a entrar a los Estados Unidos de América... yo pensé: "¡Oh! Qué gran infortunio me dará". Me largué, no quería apreciar más su pálido rostro con esos ojos tan rasgados que ni pupila podía ver.

Salí corriendo a recoger mi maleta para mandarla a mi vuelo hacia Bogotá. Pero, para otro infortunio mío, no pasé desapercibida con los de seguridad. Quizás pensaron que por ser colombiana traía cocaína en mi maleta o venía "enmarihuanada" -porque parecía loca corriendo por esa terminal toda despelucada y trasnochada, pues para mi era de madrugada porque ya estaba con horario australiano-, o fijo, traía animales o pieles de canguro o koalas en mi equipaje, así que me hicieron abrir las 3 maletas que traía: una grande, una pequeña de mano y la del computador. Me sacaron TODAS las cosas de cada una de las maletas con una lentitud impresionante mientras me hacían charla cuestionándome por qué no había ido a perfeccionar mi inglés en Estados Unidos, que el inglés allí era mejor que Australia. ¡Wow! Qué soberbios. Lo apuré, le dije que por culpa de él iba a perder mi vuelo y que me iba a conocer; se rió de mi, pero lo entendí, igual no lo volví a ver más.

Entregué mi maleta y corrí desesperadamente hacia otra terminal. Cuando salí, sentí que el calor del verano me iba a derretir, no estaba preparada para este choque de rayos solares y altos grados de calor en mi cuerpo. Llegué a Avianca sudada, fatigada y probablemente mal oliente. No vi a nadie, pero tenía una mínima esperanza de que aún el vuelo estuviera abierto... pero no! Estaba cerrado. Perdí mi vuelo a Bogotá. ¿Y ahora yo qué hacía? No podía llorar porque no había comido nada y no tenía suficiente agua para llorar. No podía caminar porque sentía que si caminaba más se me iban a desprender las piernas del cansancio. Me dijeron que esperara a ver qué podían hacer con mi maleta, pero que ellos no podían arreglarme el vuelo de vuelta. ¡Ja, siempre nos dicen lo mismo!

En resumidas cuentas, decidí irme a Delta a hacer show, pero fallé, porque la fila era más larga que la de la entrada a un concierto.  Mientras hacía fila, jugaba sudoku, leía, miraba a la gente, criticaba internamente, me reía de algunos, admiraba a otros, etc. qué no hice. Llegué a la cabina y le dije a la señorita: "si usted habla español, perfecto, porque estoy cansada y no quiero esforzarme para hablar en inglés", me dijo que sí, y aunque fuera un español bien reforzado, lo entendí. Esperé como 1 hora y al final me dijo que lo más rápido que podía hacer por mi era enviarme en un vuelo a New York, esperar 8 horas allí e irme a Bogotá en la noche. Accedí, claramente.

Llegué a mi cuarto en el hotel Hilton, como toda una princesa. No sabía qué hacer primero, si comer o dormir. Escogí comer primero porque sabía que con mi crítico sueño no me iba a poder levantar y después yo qué iba a hacer con tanta hambre, no podía botarla, tenía que saciarla y sabía que a las 3 de la mañana  nada iba a estar abierto. El caso fue que al otro día me fui para NY y tuve una magnífica idea: cuando hacía el "check-in" para Bogotá le dije a la señorita dominicana que cómo hacía para llegar al centro de la ciudad, me explicó detalladamente cuáles trenes coger y a qué hora tenía que estar en el aeropuerto para no perder, de nuevo, mi vuelo.

Así que me las di de expedicionaria y me fui sola. Cogí trenes, pregunté. Obviamente me veían cara de turista, porque no hacía más sino mirar a mis lados asombrada de tanta "modernidad". Aún recuerdo que discutí con un empleado porque me respondió de mala manera en la estación- y también que cogí un tren con destino a Long Island.  Incluso cuando salí del "subway" de Long Island, hice un video con mi cámara. Tenía hambre, y adivinen qué fue lo primero que vi... un McDonalds! Allá ése paraíso está por doquier. Salí con mi coca-cola, porque no quería morir de sed, y me encontré con un chino que hacía caricaturas y accedí a hacerme una -quedó hasta bonita- y, mientras pasaba el tiempo, lo amé, porque fue mi guía por unos 10 minutos: me indicó cómo llegar a Times Square (sí, por la Av. Broadway), cuál de todos los edificios era el Empire State Building, etc.

Yo, feliz, me largué con una sonrisa en la cara y tomaba fotos a la loca y como loca. Me tomaba fotos con la mano. Pedía que me tomaran fotos. Me enloquecí. Sonreía cada vez que veía un anuncio en esas pantallas rarísimas. Me sentía como una pitufa en un mundo paralelo. No quería que el día se acabara: menos mal los días en verano son largos. Entré a tiendas, compré ropa. Caminé por los teatros de Broadway y quise ser parte de alguna obra. Seguí caminando. Vi a negros jugando basketball y... tuve un colapso emocional. Me detuve a fotografiarlos y a apreciar sus habilidades. Hablé con una negrita, novia de alguno de esos que jugaban. Me dijo que estaba en Manhattan y ahí, lloré de la emoción. No sabía que estaba ahí. ¡Such an idiot! Hablamos hasta que obscureció y me dijo que me había pasado de calle. Que mi estación del tren era por una calle que ya había pasado. ¡Qué bendición!

Cuando llegué al JFK International Airport estaba cerrado!!!!!!!!! No sabía por dónde entrar y entré en pánico, me salían palabras en inglés que yo ni conocía. Hasta que lo logré y seguí corriendo. Pero aún más feliz. Sabía que ése día nunca lo iba a olvidar: 4 de agosto de 2010. Y ahora quedó plasmado aquí, para que nadie más tampoco pueda olvidarlo. Fue un día sólo para mi, donde conocí grandes capacidades en mí misma. Me conocí y soy diferente: uno de los mejores días de mi vida, si no el mejor!

domingo, 15 de mayo de 2011

16 de mayo de 2011: un año después, un año si tí Gustavo Adrián Cerati.

Te escucho, siento Vértigo. Recuerdo nuestro Té Para Tres en 2007 y así duermas, siempre harás Ecos en mi Cúpula. No basta con un Adiós, porque Me Quedo Aquí, contigo. De este Desastre no te salvaste, igual habrá Signos. Tranquilo, que aquí en este Crimen nos amaremos en aquél Lago en el Cielo. Conmemorando un año después, te digo que en esta Caravana de Amor Amarillo estoy A Merced. Siempre seremos Prófugos, los dos!!

 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz 
 AlejandraCruz