Quizás no
lo entienda. Igual, esta es la primera vez que escribo después de casi un año…
o 10 meses; es casi lo mismo. Presiento que no entenderá, pero igual lo diré.
Lo diré y podrá sonar confuso, pues incluso yo no comprendía lo que sucedía.
Me gustó lo
que pasó y me gustó tenerlo a mi lado. Me gustó que fuera usted. Pero creo que
es momento, después de todo, de saber cuándo parar. No pretendo atar a las
personas a mi vida, ni intentar estar persiguiendo a quien no se interesa por
obtener algo de mí. Es confuso porque me gustó todo lo que pasó y me gustó
tenerlo a mi lado... repito, pero también presiento que siempre va a ser así: un
mar de dudas y miedos que no dejan al Ser ser libre de toda la inmundicia que
cohíbe la felicidad.
Tengo aún
pendiente lo que pudo ser. Yo simplemente me permitía viajar en la tranquilidad
del presente, pero al encontrarme con un sentimiento tan hondo pero tan
ridículo, supe que no me gustaba y no quería volver a sentirlo. Ser masoquista
es una de las cosas que no me puedo permitir; ya fue suficiente. Como diría un
gran amor en reposo: ¡así son las cosas, amargas… borrosas! Realmente todo es
confuso.
Y así, muy
posiblemente para este y para todos los casos -o su mayoría, es mejor seguir
adelante sin ceder un solo centímetro de corazón. Sólo entiendo que en este
momento de mi vida necesito límites y tranquilidad, no quiero más corazones
rotos ni tusas a superar.
Mejor
dicho, en sus propias palabras: usted me gusta tanto que es mejor que paremos
aquí; descubrí que esto jamás irá para ningún buen lado, uno donde salgamos
ganando. Comprendo que de repente los intereses de los dos dejaron de ser
iguales. Sólo sigo mi instinto de felicidad.