jueves, 10 de julio de 2014

Chau.

Quizás no lo entienda. Igual, esta es la primera vez que escribo después de casi un año… o 10 meses; es casi lo mismo. Presiento que no entenderá, pero igual lo diré. Lo diré y podrá sonar confuso, pues incluso yo no comprendía lo que sucedía.
Me gustó lo que pasó y me gustó tenerlo a mi lado. Me gustó que fuera usted. Pero creo que es momento, después de todo, de saber cuándo parar. No pretendo atar a las personas a mi vida, ni intentar estar persiguiendo a quien no se interesa por obtener algo de mí. Es confuso porque me gustó todo lo que pasó y me gustó tenerlo a mi lado... repito, pero también presiento que siempre va a ser así: un mar de dudas y miedos que no dejan al Ser ser libre de toda la inmundicia que cohíbe la felicidad.
Tengo aún pendiente lo que pudo ser. Yo simplemente me permitía viajar en la tranquilidad del presente, pero al encontrarme con un sentimiento tan hondo pero tan ridículo, supe que no me gustaba y no quería volver a sentirlo. Ser masoquista es una de las cosas que no me puedo permitir; ya fue suficiente. Como diría un gran amor en reposo: ¡así son las cosas, amargas… borrosas! Realmente todo es confuso.
Y así, muy posiblemente para este y para todos los casos -o su mayoría, es mejor seguir adelante sin ceder un solo centímetro de corazón. Sólo entiendo que en este momento de mi vida necesito límites y tranquilidad, no quiero más corazones rotos ni tusas a superar.
Mejor dicho, en sus propias palabras: usted me gusta tanto que es mejor que paremos aquí; descubrí que esto jamás irá para ningún buen lado, uno donde salgamos ganando. Comprendo que de repente los intereses de los dos dejaron de ser iguales. Sólo sigo mi instinto de felicidad.

Chau.