martes, 14 de octubre de 2014

Divina trinidad.


Llevo muchos años leyendo e intentando aprender sobre cómo llegar al equilibrio entre mi cuerpo, mi espíritu y mi mente. Llevo muchos años porque no ha sido fácil, porque siempre encontré nuevas cosas que aprender, porque la vida es tan activa que siempre tiene retos que mostrarte día a día y lo mejor que puedes hacer es acoger eso y cultivarlo hasta que crezca. Pero en regar está el truco.

He crecido espirutalmente de muchas formas, me he permitido acercarme de una forma más tranquila hacia Dios, sin tanto fanatismo y adoración que no tiene razón para mí. En pocas palabras, encontré una forma razonable en la Fe. Pero también necesitaba equilibrar mi espíritu. Y entender que mi mente tiene el mayor control de todo. Fue impresionante. Cuando entendí esta divina trinidad se abrieron mis ojos, mi alma, mi todo. Empezó a aparecer con claridad el camino de estabilidad que hace tanto tiempo estaba pidiendo a gritos.

Es necesario, ahora, mantener todos los pensamientos positivos, aunque también permitirme sentir lo que mi ser siente pero sin dejar al ego exagerar en el drama. El drama está afuera, no está permitido.

Y bueno, por otro lado, la necesidad de organizar y poner un plan de vida surgió y ello significa un paso más hacia la libertad e independencia que tanto aspiro tener algún día. Porque más que independencia monetaria, comprendí que es más urgente sentirse libre internamente, con la serenidad y confianza de que se puede seguir apesar de los obstáculos.