lunes, 22 de agosto de 2011

"Machos"... y nosotras.

Prefacio del autor: Posiblemente este artículo llegue a ser un poco feminista o quizás algunos piensen que estoy igualándome o que quiero hacerle competencia a Alejandra Azcárate tocando el tema de los hombres vs. mujeres; pero no, prometo que éste artículo satisfacerá todas mis ganas de criticar a los géneros sexuales preponderantes.

Los hombres son una tema esencial en toda conversación femenina. Siempre estamos alardeando de nuestro nuevo levante/novio/moso/conyugue a cerca de lo que nos da, lo que nos dice, a dónde nos invita y, algunas veces hasta inventamos ciertas estupideces para no perder la guerra femenina de quién tiene el mejor "macho". Hablar de hombres es nuestro chisme favorito: quién está más bueno que tal; cuál de los niños lindos terminó con la novia; que si el perro se cuadró; que el man más lindo anda con la vieja más fea (eso siempre decimos), pero igual no importa porque la vieja es una bacana, eso sí. También nos encanta de hacer de cupidas, de celestinas, nos gusta cuadrar las parejas que nosotras consideramos perfectas y hasta no "meterle por los ojos" a nuestra amiga el tipo que nos parece adecuadísimo para ellas, no quedamos satisfechas.

Después de tanto buscar, entonces, uno ha encontrado supuestamente su media naranja: un calcetín color naranja mal oliente y roto en los dedos y el talón -de tanto uso, claro- y es cuando empieza el jolgorio.

La iniciación: Ésta se caracteriza por los consecutivos síntomas de ansiedad que van acompañados con algo que las mujeres llamamos "sensasión vomitiba", que parece más como ganas de hacer popó, algo así como un estreñimiento reforzado. Además, cualquier babosada que nos dicen (que siempre son las mismas) nos parecen maravillosas y creemos que nosotras somos a las únicas, las privilegiadas, a las que nos han dicho eso. Eso sí, se comportan como unos príncipes, todo el tiempo halagando, echándonos flores, diciédonos qué harían con nosotras, etcétera; y a la hora de la verdad siguen siendo los mismo sapos verdes llenos de berrugas.

Enamoradas: Después de que han pasado ciertos meses considerables, en donde no han habido peleas significantes y nuestros mundos sociales empiezan a conectarse es cuando nosotras, primero que ellos, empezamos a enamorarnos. ¡Sí, los amamos! Entonces dejamos de hacer cosas nuestras por estar más tiempo con ellos. ¿Y ellos? Nada, en las mismas: saliendo los viernes con sus amigos a tomar o a jugar billar, nos dicen que más tarde caen... ¡pero no! Nunca llegan. Nosotras cansadas, claro, de esperar, nos desesperamos un poco -pero nada más un poco- y empezamos con la llamadera. Efectivamente, los estresamos, los fastidiamos; nosotras somos las culpables de que nos cuelguen el teléfono porque somos unas posesivas/obsesivas y no les damos su espacio, su autonomía, su libertad de desenvolverse en otros mundos aparte del sentimental. Sí, siempre nosotras las culpables.

   -Aquí debo hacer una nota al pie, como para decir que hay casos excepcionales donde nos encontramos hombres que parecen momias: lentos, dormidos, hablan hasta lento. No se emocionan ni siquiera con la primera relación sexual y su cara no gesticula ninguna expresión, ni de felicidad y menos de tristeza. Obviamente en esas relaciones la que manda es la mujer, porque ella es quien saca la cara por la misma.

El desenlace: Llegó el fin. ¿Pero por qué, si todo iba bien? Bueno, para terminar siempre hay alguna razón, pero como los hombres son tan predecibles terminan diciendo: "no eres tú, soy yo" o "esto ya no es como antes, necesito un respiro... no sé, me siento mal hasta conmigo mismo" o "tu sabes que yo te amo, te amo demasiado, has sido la mejor mujer del mundo (y siguen con la cháchara sutil), bla bla bla bla, etc, bla... PERO siento que ya no puedo más con ésta relación, ¿por qué no nos damos un tiempo y yo aclaro mis cosas? Es que me siento como asfixiado", sin embargo, la peor no viene siendo "me gusta otra" sino que nos terminen por medio de un correo electrónico. Eso sí, nosotras quedamos echas un mar de lágrimas, destrozadas, desilusionadas; y sí, siempre les echamos la culpa a ustedes para que ninguno se nos arrime. ¡Heridas a muerte, sanamos solas, porque podemos sin los "machos"!

Y así culmina todo; unas relaciones terminan peores, unas mejores; unas duran días, otras años; unas dándose en la jeta, otras en una noche de despedida llena de lujuria. Pero al final, y como dice mi mejor amiga -y prima- Karen Cruz, la ley del las relaciones nos toca a la puerta: "primero amamos, luego nos fastidiamos". Nos fastidiamos porque nos cansamos de que siempre los "machos" nos hagan la misma. Opten por no ser príncipes, así después no nos vomitamos del asco al ver lo berrugosos que son.

2 comentarios:

  1. jeje me encanta cuando hablas de sapos berrugosos jeje.
    interesante pero ps como tu has dicho en otras oportunidades no hay que generalizar siempre y no mencionaste a los hombre o " machos" que no entre en la colada de los que son unos sapos berrugosos o los que son momias. Siempre debes confiar que seguimos existiendo buenos hombres y que no todo lo malo que muchas veces ocurre se va a repetir.
    que bueno que volviste a escribir no te desaparezcas tanto tiempo :D

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  2. esto me suena a déjà vu, es cierto muy buen léxico para expresarse!

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