martes, 25 de octubre de 2011

Tierra de todos

"El Universo no tiene fronteras, 
nosotros mismos las formamos,
él nos invita a disfrutarla,
conocerla,
enriquecernos,
vivirla,
pero no dañarla".
Alejandra Cruz.

Últimamente están pasando cosas extrañísimas: esta mañana me asustaron; pero bueno, a eso no me refiero, y es que el Universo está tomando una forma asombrosa.

Es como todo, uno tiene días espirituales, días cabrones, días de sólo sonrisas, días de alejamiento, días de todo. Hoy yo tuve un día de encontrones. ¿No les pasa que a veces sienten que se pierden de ustedes y cuando se encuentran están hasta bailando en los buses? Bueno, yo hago eso. O canto. O me río sola.

Hoy la vida con la que me encontré, inesperada y grandiosamente, fue con la de un indígena de nuestra bella Sierra Nevada de Santa Marta, no sé si un Kogui, Arhuaco, Wiwa o Kankuamo, pero era un descendiente de los Tayrona. Lo más insignificante de todo es que yo iba por unas pulseras color rojo que me sirven como protección para las energías y terminó leyéndome los ojos y percibiendo mi espíritu (dijo que era hermoso, ahí verán ustedes si le creen, pero yo sí). Al fin de cuentas, terminamos hablando de cosas maravillosas. De hecho, no es el primer indígena que conozco y todos tienen un espíritu único y a la vez tan tranquilo como similitud.

La gente es tan estúpida que piensa que por ellos ser indígenas son tan insignificantes porque se desenvuelven en otras cosas, como la artesanía, para no ir tan lejos. Yo conozco uno politólogo y he oído hablar de algunos abogados y psicólogos. Lo más interesante no termina ahí. Pensamos que por sus vestimentas o su forma de ver el mundo están "locos", desubicados, mil vainas, palabras poco gentiles. Nadie comprende que el Universo es de todos y él tiene a cada quien en el lugar que merece.

Lo único que sé es que hay costumbres y tradiciones tan hermosas que no se deben intentar remplazar con cosas sin cabida en el espacio. Para ser exactos, la construcción del hotelucho de 7 estrellas en el Tayrona es una patraña gubernamental con el único fin de pasar por encima de su madre tierra, de los que habitan allí, de los que hacen de ese espacio tan tranquilo, algo maravilloso. ¿Será que esos imbéciles alguna vez han ido a caminar con mochilas en su espalda a través de las montañas y llegar, conocer ese paraíso y sentir el mar tan nítido y lleno de luz que tiene esa tierra? Si son imbéciles, no sé, depronto sí; y si fueron fijo se quedaron en las cabañas que hay por ahí conectadas a través de escaleras en cemento... otra bestialidad humana.

A ver si de una vez por todas desisten de construir esa barrabasada por allá, no sólo porque muchísimos de los colombianos no podremos ni asomar las narices, ya que si es 7 estrellas será increíblemente costoso y no podremos ni pagar la sal del mar con la que nos echaremos el chapuzón, sino también porque es meterle "modernidad" a algo ancestral y único de nosotros, por lo que deberíamos luchar por preservar, visitar, conocer, aprender, disfrutar y no concretizar y acabar. ¡No seamos tan imbéciles!

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