viernes, 23 de diciembre de 2011

Sol de Amor.

Estaba buscando cosas inspiradoras para escribir algo romántico. No sé si es la época, o mi edad, o la soledad que a veces me recuerda que está a mi lado. Decidí sentarme en la terraza a escuchar música, a intentar cantar un poco, cuando lo próximo que veo es el maravilloso atardecer de mi tierra borinquen.

Esos colores naranja con destellos rosados que se asoman por las nubes cada día que el sol esta yéndose para iluminar de esperanza a otras tierras del mundo son los que se me incrustan en las venas. No sé qué es más inspirador: si una luna redonda entre blanco y rojizo, una bien grande que va alumbrando las calles acompañada de pequeños grillos o, aquí en Puerto Rico, unos coquis silvando y que sonríe cuando estamos felices y que se oculta cada vez que nos ve llorar. O si una tarde con un cielo un poco untado de nubes muy blancas manchadas con el soplo del sol que decide darle la bienvenida a esa Luna.


Ese día, el de la foto, me senté a admirar cómo, una vez más, el sol nos dejaba languidecido, cansado, agotado. Se largaba sólo dejando colores mezclados que ni pude definir. Algunos que se reflejaban en las sonrisas de las parejas enamoradas y otros en las lágrimas de aquellos solos. No nos discriminó. Todos sentíamos su suspiro el cual susurraba que sólo lo que quedaba, al final del día, era el amor. 

Cada atardecer nos muestra que hasta la naturaleza nos ama. ¿Quién no es capaz de sentirse flechado, como si cada rayo de sol se entrara por las venas, con esos colores? Pasar de un naranja pasional a un rosado dulce, para después sentir la desolación del morado que le da paso al azul nocturno bienhechor de estrellas lunáticas es amor, puro amor.

Quizás por eso amamos dormir cuando llueve por la tarde. Ver una tarde sin sol, sin colores, sólo esos grises llorones, despreciados por la viveza del calor y acogidos por la soledad del frío, esos que con la lluvia sólo preferimos sentir cuando estamos acompañados para abrazarnos y amarnos. Por eso preferimos dormir, la lluvia arrulla, el sol nos aviva.

Es así de perfecto porque así mismo es inalcanzable y estas manos humanas llenas de avaricia y destrucción no pueden dañarlo. Tan perfectos como los ojos que nunca mienten, que siempre brillan y que siempre alumbran cuando miras al sol, al Sol de Amor.

1 comentario:

  1. me encanta que existan unos ojos brillantes en tu escrito, felicitaciones que bien jajajaja

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