viernes, 15 de abril de 2011

La última cena.

Hola! ¿Qué tal? Me presento: tal vez no te acuerdes de mí. Solía ser un bello porvenir, una gran vivencia, una lectora de tus anhelos, una guía de tus deseos, uno de los más inspiradores y profundos momentos de tu vida. ¿Sigues sin acordarte? Mmmmm, podríamos hablar de los viejos buenos tiempos, pero posiblemente tu libreta del recuerdo está en otro idioma y no logras entender... tu ordenador no te preparó para otra batalla racional.

Sin embargo, no desfalleceré, te haré recordar quién soy, cómo sea, será mi propósito, si no lo logro, pues sería frustrante, pero lo asumiré y me marcharé, así con la misma delicadez con la que volví.

Empecemos por azúcar, algo tan dulce no se puede olvidar. ¿Es posible? Creo que los sabores no pierden su esencia, y yo, Sugar, sigo siendo azucarada. Dulce. Saboreante. Puedo llegar a ser enviciante, pero fresco, ¡recuerda!, es controlable.. ¿Sí te acuerdas? Creo que empecé mal. Qué tal si tomamos otro rumbo: música. Solía ser aquella Soda que se sincronizaba con su Stereo y componíamos unas melodías llenas de tanta percusión y voz que nos envidiaban. Sí, éramos objeto de envidia. Era hasta divertido, cada día quería ser mejor... y tu más!

¿Nada? Creo que está difícil. Los días han pasado y no has logrado recordarme. Probemos con otra cosa. Yo era la de las cosquillas, era la de la risa exagerada y aquella que se pegaba con todo sin darse cuenta. ¿Recuerdas? Aquella que se quedaba tan dormida fácilmente, y más aún, con el susurro de tus bellos negros ires y venires y con el verde asombroso de tus ojos. La que se emocionaba con la búsqueda de un sonido para cada uno de mis pingüinos, todos aquellos que salían de tu boca. Bueno, no era, sigo siendo así, sólo que sin tu clara descripción.

Creo que te dejé más perdido. Estás confundido. Te desorienté, cierto? Lo siento. Ninguna otra intención ha estado presente en mí más que hacerte recordar quién soy yo para ver si lo sientes y lo vives o pues lo vuelves a vivir. No renuncio aún, este será mi último llamado a tu recuerdo. Soy yo quien te mostró la esencia femenina, el poder del toque de una mujer, la llama de la rabia de una rosa, de Rosa, ella sufría, ella sentía, ella reía, ella imploraba atención y yo te mostré cómo regarla y ponerla bella. Yo, mujer, te enseñé cómo tratarme, cómo manejarme, cómo guiarme en este río lleno de piedras, cómo hablarme, pero mejor aún, te enseñé cómo llenar de jugo de vientre tu boca, tu laringe, tu estómago, tu vida.

Sí, fracasé en esta lucha. No en todas se ganan. Pero hice una última cena, en donde cenamos pastas especiales con ingrediente secreto, con Coca-Cola de bebida, y allí charlamos, y lograste reconocerme, acordarte de mi... De lo que yo no me di cuenta es que tenía que haberme preparado para verte despertar de ese hermoso sueño tuyo donde sentí que me recordabas. Volviste a olvidarme. ¿Dime cómo hago para que me recuerdes?

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